A veces no lo hacen, durante días y días. Este tipo de fatiga de combate puede ser tan mortal como el fuego enemigo. Un soldado exhausto es un peligro para sí mismo y para los demás, por eso las líneas de suministro y la logística son tan importantes en la guerra. Además de llevar municiones y suministros a la línea del frente, las líneas de suministro también traen tropas nuevas a la batalla, permitiendo que las unidades cansadas de la batalla regresen a la base para descansar.
Además, los ejércitos han estado usando estimulantes para mantener a los soldados despiertos desde principios del siglo XX. Tanto el Eje como los Aliados cargaron sus pilotos y tripulaciones de vehículos con anfetaminas durante la Segunda Guerra Mundial. El propio Hitler era muy adicto a la metanfetamina. Muchos de los soldados que regresaron de Vietnam eran adictos a la velocidad que se les distribuía durante los enfrentamientos de larga duración. Durante la guerra en Afganistán, las tripulaciones aéreas estadounidenses tomaron anfetaminas voluntariamente para mantenerse alertas durante largas salidas, lo que a veces condujo a casos preocupantes de fuego amigo (Granja Tarnak).
Basado en mis observaciones de la historia, aconsejaría a los comandantes que incluyan el sueño en sus planes de batalla, ya que un ejército de adictos a la velocidad no es exactamente una fuerza de combate efectiva. La disciplina gana batallas; la estrategia gana guerras; La fatiga y el consumo de drogas son contrarios a estas dos necesidades militares.
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