Las manifestaciones de Trump ya están ahí:
Después de la concentración, los vendedores volvieron a ella, ladrando como carnies.
“¡Hillary apesta, pero no como Mónica!”
“¡Ven ahora! ¡Hillary apesta, pero no como Mónica!
- ¿Crees que si completas bootcamp en USMC, puedes pasar el entrenamiento Navy Seal?
- ¿Con qué frecuencia se despliegan los marines de los Estados Unidos?
- Si eliges probar el entrenamiento Recon cuando actúas en USMC en lugar de probar Sniper, si completas el primero, ¿podrías probar la escuela Sniper también?
- ¿Los marines estadounidenses beben alcohol en los cuarteles?
- ¿Por qué el tribunal no ha derribado el centro de detención de Guantánamo?
Caminé detrás de un padre que le explicó la camisa a su hijo de diez años y le dije que la exsecretaria de Estado, la primera mujer nominada a la presidencia de un partido político importante, había “dejado que su marido tuviera todo tipo de sexo oral en el White Casa.”
La camisa “Hillary apesta, pero no como Mónica” no fue la peor que vi. Vislumbré otra versión de “Hillary For Prison ’16”, que presenta una caricatura de Clinton. Su cintura y sus muslos estaban hinchados por efecto, atrapados en lo que debo suponer que se suponía que era una celda de la cárcel, pero más se parecía a una jaula. Como si fuera un animal que necesitaba ser domesticado. Fuera, el lote estaba lleno de más vendedores y más allá de ellos, automóviles y camiones con calcomanías, calcomanías, placas y banderas reales confederadas. A la sombra de uno, vi a un padre azotar a su hijo con calor, como si el hombre necesitara un lugar para concentrar toda su ira.
[…]
En los labios de todos había extraños no secuestradores de odio.
“No puedes confiar en los latinos. Algunos tal vez, pero no la mayoría.
“Los inmigrantes no son personas, cariño”.
“Las conoces como locas chicas negras, cómo son”.
Asqueado, me subí a mi auto y vi en el retrovisor cómo un grupo de universitarios salían de su camioneta. Acababan de terminar sus cervezas y se turnaban para golpearlos en el suelo, uno de ellos arrojándolo al parachoques de un automóvil que pasaba. Junto a ellos, otro grupo de universitarios que vestían el uniforme revelador de la prepiedom sureña: camisas de algodón a cuadros con pantalones cortos de color caqui hasta el muslo con cinturones trenzados y mocasines sin calcetines. Sus cascos ondulados de cabello bieber escondido debajo de esos sombreros genéricos.
Historia de horror americana
Trump: Haz que América odie de nuevo.