Tal dispositivo sería posible. La implantación mediante cirugía es más probable que la implantación con una pistola o dispositivo similar. Los riesgos en la implantación incluyen lesiones físicas en el cerebro y, más probablemente, infección de las meninges o el cerebro, o dejar un daño que crea un riesgo de infección futura o el desarrollo de tejido cicatricial dañino alrededor del objeto extraño. Acceder al cerebro por la nariz es en realidad una opción razonable. Dependiendo del propósito del dispositivo, podría ser suficiente colocar el objeto dentro del cráneo, pero no dentro del saco meníngeo protector que rodea el cerebro. Esto reduciría sustancialmente las probabilidades de infección.
Dado que las personas han vivido durante años con fragmentos de bala en el cerebro, la posibilidad es genuina. En este momento, sin embargo, no se realiza cirugía laparoscópica del cerebro.
En cuanto a su propósito, lo más simple sería matar a la persona usando veneno o explosivo. Se podrían crear varios mecanismos de liberación, ya sea cronometrados o detonados por pedido.
Cualquier otra cosa, como el control mental, estaría mucho más en el ámbito de la ciencia ficción. Existen implantes cerebrales eléctricos con varias funciones. La mayoría son experimentales, pero algunos son clínicos. Pero necesitan ser probados en el paciente. Simplemente poner un dispositivo de este tipo en el cerebro y activarlo más tarde conduciría a resultados impredecibles, utilizando la ciencia actual.
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