Fue un acto idiota de su parte. Pero seamos realistas: no hay forma de que el presidente Obama sea lo suficientemente tonto como para perseguir (o permitir que aquellos bajo su autoridad lo hagan) cargos contra un senador estadounidense por una acción tomada en concordancia con otros 46 senadores en ejercicio, en su calidad de funcionario electo. Sería un suicidio político, incluso entre los demócratas. Tendría serias repercusiones no solo en las elecciones presidenciales, sino también en el Senado, muy en juego. Literalmente no hay cálculo político en el que se convierta en una buena idea. Todo conservador estará en contra. Los libertarios se opondrán por motivos de separación de poderes. Los senadores demócratas estarán en contra del principio que presenta. Los progresistas lo verán como pequeñas disputas y una distracción de la posibilidad de recuperar el Senado y estar en contra. Y es innecesario cuando los republicanos ya se están disparando en el pie con esta carta.
Simplemente no hay universo en el que esto suceda. Y lo digo como progresista yo mismo que creo que Joni Erst tiene la aptitud política de una ardilla.