Los motores de cohetes nucleares, aunque el programa de cohetes NERVA de la década de 1960 demostró que es posible, no tienen los niveles de empuje necesarios para lograr el lanzamiento real desde el suelo. El lanzamiento planificado de NERVA requirió las dos primeras etapas de un Saturn V solo para ponerlo en órbita LEO. A partir de ahí, su sistema nuclear permitió una mayor duración del encendido del motor, lo que le dio a la tercera etapa la capacidad de impulsar tres veces más carga útil hacia la luna (o Marte).
Al final, la razón por la que no tenemos cohetes nucleares hoy es que no tenemos un lanzador capaz de ponerlo en órbita; no tenemos las agallas para lanzar cargas nucleares contra las protestas de los grupos antinucleares; y no tenemos un objetivo real que lo requiera, también conocido como Marte. Una vez que obtengamos el SLS, tendremos al menos el iniciador.